La población de Costa de Marfil es abierta y comunicativa. El haber realizado la transición hacia la independencia pacíficamente y que la influencia francesa se haya mezclado con las costumbres tradicionales africanas creando una rica cultura propia, ha contribuido a que los odios interraciales no hayan tenido lugar en este hermoso país. Así, junto a una población blanca conviven distintos grupos étnicos que engloban diferentes tribus. Destacan los Akan que comprende a las etnias Agni-Baulé, Ashanti y Abron entre otras y están situados en el centro y este del país; los Mandé que habitan el centro y el norte y agrupan a los Diola, Bambara, Dan o Yacuba; los Voltaicos en el norte conformados por los Senufo y los Lobi; los Kru en el sur y oeste; y los Kua en la costa oriental con clanes de los Abé, Aburé y Ebrié entre otros.
Entre las costumbres más curiosas que se encuentran en las diferentes culturas está la de la danza de los puñales (llamadas "niñas serpientes"), que consiste en un rito practicado por niñas de unos siete u ocho años escogidas por el Simbo por su agilidad, ligereza e inteligencia, y que son lanzadas al aire sobre un cuchillo. En el último momento el cuchillo es retirado y las niñas no sufren ningún daño. Este "Ritual de la Serpiente" es practicado tanto por los Dan como por los Gueré. El Simbo es el padre del ritual, quien separa a estas niñas de sus hogares a partir de los cuatro años para iniciarlas.
Por su parte las curanderas de Tengouélan, practican una magia curiosa que les permite acceder a la adivinación. Tras una larga marcha se reúnen en un lugar sagrado donde llaman a los espíritus envueltas en un polvo blanco y concentradas en una danza magnífica.
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